Historias Futboleras

miércoles, 5 de octubre de 2011

Visitando al líder




Un sábado al mediodía arranca en camino hacia el estadio Lorenzo Arandilla. Allí se presentan el local Brown de Adrogué y Platense. El primero es el cómodo líder de la “B” metropolitana, el marrón pretende acercarse.
Lindo barrio, buenas casas y los infaltables perros de puerta de cancha de ascenso. Por suerte esta vez no lograron ingresar y ni siquiera jugar algunos minutos.
Dentro de la cancha se ponían en marcha los preparativos para recibir con una fiesta al equipo sensación de la categoría. Bombos, trapos, mucha gente, mucha prensa y los futbolistas que comenzaban con la entrada en calor.
Si algo no puede pasar de largo en cada cancha del ascenso es conocer la parrilla del lugar y los distintos sabores que presenta.
Popular completa, platea local/neutral con bastante gente y los equipos a la cancha.
Con el silbato del juez Adrogué arranca su fiesta y el equipo sale a ganar como sea.
Afuera las tribunas vibran, en las cabinas la luz se corta y vuelve a cada rato y algún neutral es descubierto en platea ajena.
Eso no fue todo. A los pocos minutos del inicio, Brown aprovechó un desborde de Rodrigo Acosta que Ángel Puertas se llevó puesta para dejar sin chance a Martín Bernacchia. Uno a cero y delirio en el sur.
El entrenador Pablo Vico, cuidador del estadio y más conocido como Don Ramón, había planteado bien el encuentro. El partido era entretenido. El regenerador de electricidad no encendía.
Quince minutos más tarde, un gran desborde seguido de un doble amague de Alfredo Abalos finaliza con un centro a la cabeza de Federico “El Espartano” Carneiro que decretó la igualdad parcial. Festejo de allegados, familiares y neutrales.
El partido era friccionado, el juego muy cortado y en cada pausa un tumulto. En uno de esos dos jugadores se fueron expulsados, la más fácil y certera decisión.
El primer tiempo se pasó rápido. Fue muy parejo entre un Brown que guapeó y Platense que intentó jugar.
El segundo agarró desorientado al público, no se acomodaron y Juan Olivares clavaba un golazo de 35 metros para el segundo tanto del “Calamar”. El local era puro nervio y Platense manejaba la pelota con la figura de su enganche. Afuera los ánimos se caldeaban.
Para colmo, a 10 minutos del cierre Olivares liquidó el encuentro con una arremetida que dejó tirado al arquero Sergio Martinella.
Platense daba el golpe y bajaba al equipo del momento. El final fue silencioso. La gente se la aguantó y abandonó el Lorenzo Arandilla de forma pacifica.
Vuelta a casa y una nueva demostración de que en la “B” también se juega al fútbol.


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